miércoles, 21 de julio de 2010

La mansión embrujada

En pleno corazón de barrio Alberdi se levanta la mansión Villa Hortensia, que lleva ese nombre en honor a quien fue su última dueña, María Hortensia Echesortu de Rouillón.


Puerta de entrada del distrito norte, un lugar muy particular

Hoy convertida en distrito, la casona estuvo abandona durante muchos años. Fue allí, cuando comenzaron a tejerse historias de fantasmas. Hay quienes aseguran haber visto sombras, y oído ruidos en el período que la mansión aparentemente estaba desocupada.
Susana, una peluquera que vive en frente de la mansión dice conocer a una casera que cuidó de la vivienda en el período que estuvo sin huéspedes, tarea que le fue muy difícil dado que durante las noches escuchaba ruidos extraños que le perturbaban el sueño.
Diego, otro vecino de la mansión, conoció a una joven que le aseguró ver el espíritu de una mujer en aquel lugar deshabitado.
Al parecer, en “Villa Hortensia”, habita un espíritu, y ese espíritu no sería ni más ni menos que el de María Hortensia Echesortu de Rouillón. Hija de Ciro Echesortu y Hortensia Larrechea nacida en Rosario el 6 de agosto de 1882. Mujer elegante, fina y conservadora, se caso con Alfredo Rouillón con quien tuvo 10 hijos y 26 nietos. Y, debido a su gran vocación religiosa, fue nombrada por el Papa Pio XII princesa pontificia.
Quienes llegaron a conocer a esta mujer, cuentan que era muy bondadosa y dudan que fuera su espíritu quien pudiera estar presente en ese lugar para hacer daño.
Sin embargo, alrededor de la mansión se tejen otras historias, que aseguran que María Hortensia se suicidó tirándose por una de las ventanas de su mansión.
Martín, quien tiene un negocio muy cerca de la casona, dice haber escuchado que en la misma hay una ventana sellada, presumiendo que fue allí desde donde se arrojo María Hortensia.
Crease o no, la historia del fantasma de Villa Hortensia es tan fuerte que hay quienes aseguran que el gobierno de Hermes Binner contrató una medium para que mediante esta, María Hortensia otorgara permiso, para construir en el año 1996, el distrito norte de la Municipalidad de Rosario.
Permiso, que María Hortensia concedió, diciendo que quería que su morada recobrara el esplendor que algún día había tenido.
Las palabras con la que se expresó el espíritu a través de las cuerdas vocales de la medium fueron: “No quiero que nadie destruya mi morada. Es mi hogar. Fue mi hogar y lo seguirá siendo. Quiero que las puertas estén abiertas para todo el mundo. Quiero que se respete mi hogar, que su arquitectura recupere el brillo. Quiero que la luz del sol vuelva a ingresar por los ventanales y se refleje en todas las paredes, en todos los cuartos. Sólo de esa manera yo podré estar en paz”.
Pese a que se cumplió con la voluntad de María Hortensia, innumerables testimonios aseguran que la mujer no logra descansar en paz. De hecho, los encargados del distrito han tenido que cambiar varias veces de empresas de seguridad ya que los guardias no soportan pasar las noches en la mansión que parece estar embrujada. Ascensores que se manejan solos, corridas, sombras, gritos, baterías que se agotan, música que sube y baja son algunas de las cosas que allí suceden por las noches.
De hecho, al principio sólo se quedaba un guardia para cuidar del distrito y ahora se quedan dos.
Guillermo, profesor de tango, trabaja en Villa Hortensia hace más de 10 años y dice ser testigo de las cosas extrañas que allí suceden y del temor de los guardias que no quieren quedarse solos.
De todos modos, Guillermo, espectador de lo que sucede en aquel lugar, cree que no se trata de la presencia de un solo espíritu, si no que afirma que son muchas las voces que se escuchan cuando llega la noche en aquella fría y temerosa casona de barrio Alberdi.

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